6 de julio de 2014

50 días. 

La última vez que escribí aquí quedaban muchos más de 100 para emprender el viaje, más de 100 días con nuestra familia, nuestros amigos, nuestra cama y nuestra vida. Más de 100 días levantándonos con las mismas vistas de siempre, y yendo a la misma tienda de toda la vida a comprar. Más de 100 días comiendo con los abuelos y saboreando el manjar español por excelencia, nuestro querido jamón ibérico.

Ahora, tanto tiempo después, y con tan solo 50 días por delante, ya no queda nada. Ya ha pasado lo peor, dos temporadas intensas de exámenes que todos hemos pasado como hemos podido, entre cafés (o coca-cola) amancioners y muchas, muchas ojeras. Era supuestamente la parte más larga de la espera, y sin embargo, se me ha escurrido entre las manos entre risas y agobios, sin apenas rozarme.

Han pasado más de 100 días desde aquel abrazo en la oficina de mi padre. 100 días intensos. 100 días rápidos. 100 días buenos y malos, pero sin duda, irrepetibles. Días que me han servido para conocer a personas únicas, personas que siempre van a tener un hueco para ellas cada vez que Canadá y esta experiencia pase por mi mente, porque los Spanadians son mucho más que unos compañeros de viaje con los que tienes un destino en común. He optado por no nombrar a ninguno, ya que no podría nombrarlos a todos, pero esa gente que cada día consigue aumentar mis ganas (ya de por si inmensas) de 25 de agosto, sabe que su nombre está grabado con letras mayúsculas para mí. 

Estos 100 días en los que también he conocido a mi futura familia, los Cook, familia numerosa que vive cerquita de Halifax y muy cerquita de Lunenburg, un paraíso personal de preciosas casas rojas al que debo una visita. Una familia con una casa aparentemente preciosa y cuyos hijos viven en New Brusnwick, Toronto y Truro..además de Abby, con la que creo que compartiré gran parte de mi estancia.

Ahora que menciono a Nova Scotia y su gente aprovecho para acordarme de los negros solitarios, nuestros alces, nuestros koalas y nuestros futuros encuentros en Halifax (tk Ramone). Sus nombres ya los saben asi que no voy yo a recordarlos, simplememte darles las gracias por todo hasta ahora y por lo que queda, que será igual de genial a su lado. En un sitio especial guardo el recuerdo de la bandurria de Pau, del día que por fin el primer negro solitario (Iván) dejo de ser tan solitario, de la cancion que Albert compuso para Ramone, de los limones que María se come enteros porque le sobra flow, del hangs accidentado pero perfecto, de la foto que preparamos para nuestra adorada Paloma, y sobre todo, guardo un lugar especial para Tokio de Blues (gracias). Recuerdos especiales con personas especiales, sin todavía haberles visto. 

Así, y con los vuelos que me llevarán hacia una nueva vida en la mano, me despido, con ganas de que la cuenta atrás se reduzca a los dedos de una mano. Porque hay miedo, y cada vez más, pero con el miedo va la ilusión, y mientras haya ilusión, hay aventura. Bridgewater y Canadá al otro lado, y yo esperando para saltar, con los ojos cerrados.